El gran dilema: rara vez quien sufre de mal aliento se da cuenta de su problema.

El cuerpo tiene mecanismos de adecuación a su propio olor de forma que ya no reacciona frente a él por fuerte o indeseable que sea. Generalmente las personas se enteran de que tienen mal aliento cuando se percatan de que sus semejantes se alejan o evitan su aliento o porque alguien cercano se los dice.

Una halitosis se puede clasificar como ligera, moderada, severa o según localización: en la lengua (la más frecuente), en la nariz (asociada a patología del aparato respiratorio superior), o en los pulmones (asociada a la patología del aparato respiratorio medio). Todos los malos alientos son diferentes: una disfunción en la vesícula biliar causa una halitosis que se maneja disminuyendo la cantidad en la ingesta de grasa. La presencia del reflujo gástroesofágico, enfermedades de las amígdalas y de los senos paranasales o de la nariz propiamente dicha, pueden ser causa de mal aliento y en estos casos sólo el otorrinolaringólogo puede ayudar de una manera eficaz. Hay que tener en cuenta que otras enfermedades como la insuficiencia hepática o renal, hacen que los pacientes tengan olores característicos que se manifiestan por halitosis.

Causas del mal aliento

La halitosis puede ser transitoria y ocurrir en ciertos momentos del día, por corto espacio de tiempo y después de situaciones muy concretas, por ejemplo, al despertar por la mañana, después de comer ciertos alimentos como ajo, cebollas, chocolate, pimientos, picantes o especias; después de beber alcohol, café, té o después de fumar; puede deberse a períodos largos de ayuno; situaciones de estrés o a la descarga del moco durante una gripa y periodontitis, o simplemente deberse a una mala higiene oral.

La saliva tiene varias funciones, entre ellas, la de barrer con los restos de comida y las bacterias presenten en la cavidad oral. La xerostomía es una enfermedad en la que la saliva disminuye drásticamente y la boca se mantiene en un estado de resequedad constante. Puede ser causada por problemas de las glándulas salivares, el uso de algunos fármacos o en personas que respiran constantemente por la boca.

El mal aliento al despertar se debe a que la salivación disminuye en la noche. El olor desaparece lavándose los dientes o comiendo una manzana. Esta halitosis matutina se confunde con el aliento de hambre, es decir, un olor característico que se desarrolla después de muchas horas de ayuno. Este no se produce en la boca sino en el estómago y por lo tanto no desaparece con el lavado dental.

Se encuentran también casos de halitosis patológica presente por espacios largos de tiempo y a distintas horas del día. Puede ir asociada a situaciones concretas o a problemas sistémicos como caries dental, inflamación de las encías, sequedad crónica de la boca,; infecciones del tracto respiratorio; sinusitis o bronquitis crónica; diabetes; problemas gastrointestinales, del hígado o del páncreas o debido a la utilización de alguna medicación.

La halitosis no es sólo un problema social y de mal olor, sino que tiene que ver con la autoestima de la persona. Algunas tienen una excesiva reacción frente al olor (halitofobia), que puede ser psicológicamente difícil de tratar.

Para estos pacientes su halitosis representa un grandísimo problema en su vida. Otras personas tienen una escasa reacción. Acostumbran a acudir a la consulta llevados por su pareja o un familiar pues ellos son un poco consientes de su problema. Para quienes afrontan normalmente la situación, su problema es más fácil de tratar, pues son conscientes de su propio problema sin sobredimensionarlo ni ignorarlo.

Todo empieza por la boca
La gran mayoría de los casos de hallitosis o mal aliento se debe a problemas relacionados con la cavidad bucal y estos en su mayoría se deben a una higiene oral deficiente. Cepillar la boca tres veces al día con una crema fluorada, utilizar seda dental, cepillar la lengua y utilizar un enjuague bucal regularmente es indispensable. Las visitas periódicas al odontólogo son importantes ya que se necesita con cierta periodicidad una limpieza profesional que no puede realizarse en casa.

El cepillado diario es fundamental para remover los restos de comida que quedan entre los dientes, en la lengua y en las encías. Las bacterias descomponen estos alimentos formando la placa bacteriana y toxinas que, si no se remueven, pueden irritar las encías creando una peiodontitis.

¿Y la comida?
Cuando se ingieren comidas olorosas como el ajo o la cebolla, el olor desaparece con un simple cepillado de dientes. Los componentes del alimento pasan a la sangre y de ahí a los pulmones. El olor no proviene de la boca sino del aire que se exhala.