Aunque a la hora de elegir deporte para pequeños la natación es una de las opciones favoritas, el carácter deportivo de la actividad no es la única razón para acercarse a ella.

 

Sus cualidades lúdicas, masajeadoras, el hecho de ser al aire libre, de entrar en contacto con un medio diferente como es el agua y hasta la proximidad a la forma de vida dentro del útero, hace que sea de todas maneras una preferencia en cualquier momento de la vida. El agua como medio es excelente para la recreación, para la sensibilización con el mundo, para el contacto con los otros y para el control del propio cuerpo. Como deporte, es uno de los más completos, porque posibilita ejercitar todos los músculos del cuerpo; además, crea en los pequeños la disciplina, una disciplina divertida que hace que sea más fácil abordarla, elemento fundamental en la vida.

De los 0 a los 30 meses
Es recomendable establecer una relación armónica entre el niño y el agua desde edades muy tempranas, esto no quiere decir que hay que meterlo en una piscina desde los dos meses, pero sí hacer que la rutina del baño, en su bañera, sea un momento divertido, de íntima relación con sus padres o cuidadores.

En el caso de los niños una sana relación con el agua puede potencializarle múltiples habilidades y ayudar al desarrollo físico y emocional.

Los bebés por venir de un medio acuoso, al nacer tienen un reflejo que les permite salir a flote. Pero como se trata de un reflejo, lo pierden cuando empiezan a tener otros intereses y a desarrollar otras habilidades. Es recomendable la estimulación de actividades en el agua en familia, porque el contacto con este elemento es masajeador y constituye una excelente oportunidad para estrechar lazos de afecto con los niños a través de una actividad que es relajante, que desinhibe y que además estimula el desarrollo motor de los niños.
Los niños a esta edad no deben dejarse solos en el agua, ni siquiera en una bañera o cerca de una piscina.

De los 3 a los 5 años
Las clases reales para aprender a nadar pueden dar inicio después de los dos años y medio, edad en que los niños ya tienen control de esfínteres, responden a estímulos ajenos, pueden obedecer órdenes de personas diferentes de sus padres y caminan de manera más segura. A los cuatro años el niño está mejor preparado para recibir instrucciones y el dominio que tiene de su cuerpo es mayor.

Esta etapa de la vida es de intensa actividad. Por eso la natación constituye un buen punto para que el pequeño derroche toda su energía. Trae además beneficios en el desarrollo motor, porque al tratarse de un ejercicio en un medio diferente, como lo es el agua, permite que el niño realice movimientos y ejercicios más espontáneos, que por fuera no serían posibles y que ejercitan prácticamente todos los músculos del cuerpo. Además, el agua promueve el desarrollo de otras habilidades, como la coordinación, ya que exige realizar varias actividades a la vez. La atención también se beneficia y el desarrollo cognitivo puede apoyarse en la actividad en el agua, utilizando en los entrenamientos juegos infantiles que comprometen aprendizajes laterales como los colores y los números.

De los 5 a los 8 años
La actividad en el agua permite que los pequeños se sientan libres, lo que la constituye en una excelente oportunidad para que los niños tímidos entablen relaciones sociales, ya que tener el agua de por medio, les ayuda a disminuir su intranquilidad y contra la atención hacia la actividad en sí misma, inhibiendo de alguna manera sus propias inseguridades.

En muchas oportunidades niños con problemas de disciplina académica presentan notorias mejorías después de iniciar su rutina de natación, porque puede ayudarle a disminuir las angustias y a desfogar las energías.