No son inventos o exageraciones de padres asustadizos. La depresión infantil existe y debe ser diagnosticada y tratada a tiempo para garantizarles a los pequeños un futuro con calidad de vida.

La depresión infantil es un estado que puede presentarse desde la más temprana infancia o en cualquier etapa de la niñez. No es un problema para tomar a la ligera.  Esto los afecta en su desempeño escolar y social; en su aprendizaje; puede generarles dificultades en su interrelación familiar y los vuelve frágiles frente a riesgos como el abuso del alcohol y drogas.

Los factores que llevan a una depresión en un pequeño pueden ser sociales, bioquímicos, genéticos o sicológicos. Los sociales, que pueden ser cambios abruptos y desagradables que se presentan en la vida social y familiar del niño están en primer orden, siendo los familiares los que lo afectan más directamente y con más fuerza. En este orden de ideas es peor la muerte de uno de los padres que un divorcio, o la inestabilidad en el hogar con la convivencia en un ambiente escolar difícil.

Varios estudios, afirman que la genética tiene un papel importante en la depresión. Cuando el padre es depresivo, el riesgo de tener un hijo depresivo se duplica, y si ambos miembros de la pareja los son, el riesgo se cuadruplica. Sin embargo, en la actualidad el panorama resulta más alentador.  Existen en EE.UU. e Inglaterra centros en los cuales ya se trabaja exitosamente en prevenir cuadros depresivos en hijos de padres depresivos.

Los factores sicológicos también son determinantes. La disfunción familiar, una percepción negativa de sí mismo y una baja inteligencia emocional pueden generar, desde la primera infancia trastornos de ánimo.

Los factores bioquímicos responden a problemas fisiológicos que debe ser analizados por el pediatra.

Signos de alarma
Estos varían según la edad del pequeño.
En los menores la expresión de depresión es más corporal, motriz, desgano generalizado, apetito y sueño. En los niños de cinco se refleja en el juego y relatos sobre dolores; en los siete años puede sumarse  una sensación de minusvalía, y en los preadolescentes puede encontrarse desesperanza e ideas suicidas. Sin embargo, hay algunos signos básicos que pueden generalizarse como son:

â€Â¢ Inquietud
â€Â¢ Rendimiento escolar bajo
â€Â¢ Desinterés
â€Â¢ Dolor abdominal
â€Â¢ Dolor de cabeza
â€Â¢ Insomnio

Diferentes tipos de depresión:
Es necesario el diagnóstico preciso de un especialista para identificar que tipo de trastorno de ánimo es: trastorno distímico, el trastorno depresivo como consecuencia del uso de sustancias,  el trastorno adaptativo con ánimo depresivo, el trastorno depresivo mayor y el trastorno bipolar.

â€Â¢ Trastorno distímico: puede estar presente en niños y adolescentes por un período mayor de un año y es visible para los padres y maestros ya que causa disfunción social y escolar.

â€Â¢ Trastorno depresivo mayor: puede ser agudo o insidioso y en ambos casos hay deterioro social y escolar. Se denomina agudo cuando se presenta en niños que no tienen antecedentes siquiátricos, pero que abruptamente muestran los síntomas que lo caracterizan. Se denomina insidioso cuando hay antecedentes médicos de importancia o como consecuencia de trastornos de hiperactividad o del aprendizaje, entre otros.

â€Â¢ Trastorno bipolar: es de gran complejidad, afecta el buen funcionamiento escolar y social y se presenta más en adolescentes que en niños. En el hay por lo menos un episodio maníaco que puede o no estar acompañado de episodios depresivos.

â€Â¢ Trastorno depresivo y uso de sustancias: algunas veces la depresión severa lleva a los adolescentes a buscar un escape a través de las drogas y el alcohol. Otras, la depresión es consecuencia del uso de estas sustancias.  Lo importante no es cuál problema llegó primero, sino ser conscientes de que ambos necesitan intervención rápida: cada uno empeora el otro, llevando al muchacho a estados graves. Mientras más pronto se detecte el problema, mejor y más esperanzadores serán los pronósticos de recuperación.

â€Â¢ Trastorno adaptativo con estado de ánimo depresivo: muy frecuente y muy poco diagnosticado, es un trastorno que muestra síntomas emocionales o conductuales desencadenados por elementos sicosociales estresantes. Frecuentemente viene acompañado de llanto, desesperación, estado de ánimo deprimido y reacciones mayores de lo normal frente a situaciones estresantes. Los síntomas no persisten por más de seis meses, una vea cesado el evento estresante.

Tratamiento
Los tratamientos para niños depresivos buscan mejorar los síntomas de la depresión, restaurar el funcionamiento normal en su vida, prevenir las recaídas y asegurar al paciente en caso de un posible intento de suicidio. Para ellos se requiere trabajar en todos los frentes de influencia del pequeño, es decir, con sicoterapia, una intervención social, y farmacoterapia.