1. La higiene
La naturaleza garantiza la impecable calidad higiénica de la leche materna, que no está expuesta al medio ambiente ni a elementos que puedan corromperla. La limpieza del seno debe realizarse antes y después de que se alimente al bebé, sin necesidad de utilizar jabones fuertes o productos cosméticos.
Las entidades de salud reportan que los bebés alimentados con pecho, sufre menos de diarreas e infecciones gastrointestinales. Esto se debe a su mínima exposición a los factores de riesgo para estas enfermedades, que son los utensilios mal lavados o sin esterilizar y las aguas contaminadas.
El manejo de la leche materna extraída para consumo posterior, cuando la madre tiene que ausentarse, debe ser impecable en la higiene de las manos, utensilios de almacenamiento y extracción y medio de conservación, para garantizar que no genere problemas de salud en el bebé. La leche puede refrigerarse o congelarse para ausencias temporales de la madre.
2. Las defensas
Aunque la ciencia avance, existen por lo menos cien ingredientes de la leche paterna que no se encuentran en las leches de fórmula desarrolladas por los laboratorios, y que son fundamentales para la salud del bebé. Además, no es posible reproducir en el laboratorio las defensas naturales que la madre regala a su hijo en los primeros meses de lactancia. Por eso, los bebés alimentados con pecho sufren menos de infecciones respiratorias y resfríos, y más adelante, tiene menos riesgos de convertirse en individuos con alergias respiratorias y alimentarias. Según indica el estudio de la FDA (Agencia Federal de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos), la leche materna está compuesta en 80% de células macrófagas, esto es, que atacan las bacterias, los hongos y los virus, y por ello, estos bebés están protegidos, en diferentes grados, contra enfermedades como neumonía, bronquitis, infecciones por estafilococos, influenza e infecciones auditivas, entre otras. Además, la madre desarrolla anticuerpos contra afecciones que están en su medio ambiente, lo que hace que la leche materna siempre esté diseñada para pelear con las enfermedades a las que el bebé pueda estar expuesto.
3. Las infecciones auditivas
Uno de los principales métodos para prevenir la otitis media es impedir que los líquidos obstruyan el canal auditivo del niño, aún en desarrollo. Por eso debe evitarse que esté acostado para consumir cualquier líquido o alimento. Mientras que el tetero constituye una tentación para este comportamiento, la naturaleza dota al cuerpo de la madre para que instintivamente evite estas posiciones, y hace que el bebé lactante esté con su cabeza levantada por encima del nivel del cuerpo. Además, las defensas que la madre transmite protegen al bebé de las infecciones. Por otro lado, el tipo de succión que desarrolla el bebé con el chupo del tetero, es diferente del que ejerce sobre el pezón, y este movimiento también previene las infecciones auditivas.
4. El desarrollo cognitivo
Un estudio elaborado en los Estados Unidos por la FDA, arrojó resultados concluyentes: los infantes alimentados con leche materna en su primer año, mostraron más capacidad de raciocinio y obtuvieron mejores calificaciones en materias como matemáticas, idiomas y comprensión de lectura.
La adecuada nutrición en etapas tempranas de la vida también es un elemento que influye en el desarrollo de la capacidad cognitiva del menor, porque garantiza la información idónea de su estructura cerebral y su capacidad de pensamiento y raciocinio. En este aspecto la lactancia materna también lleva la delantera.
5. La independencia y la seguridad
El bebé al nacer sólo alcanza a distinguir objetos y rostros que estén a unos 6 a 8 centímetros de él, la distancia promedio que hay entre un niño en brazos y el rostro de la madre. Así que, el acto de lactancia, empieza a formarse un lazo de unión entre madre e hijo (el padre y los hermanos también pueden participar), que en el futuro generará beneficios en el desarrollo del menor. Además, el pecho para el bebé no es sólo la alimentación, sino que conlleva afecto, estimulación, seguridad, lo que significa calma para el bebé en los momentos de ansiedad.
El consumo del tetero se constituye en un hábito difícil de dejar en el niño y con consecuencias complejas si no logra eliminarse antes del año y medio de vida. El niño alimentado con pecho tiene durante su formación en los primeros meses, toda la dependencia de la que requiere en esa etapa de su vida, tanto es así que lo común es que el propio niño, en un momento de su desarrollo (algunas veces llegando al segundo año de vida), es quien determina abandonar el seño de la madre, porque se siente maduro y seguro del paso que va a dar. Por su parte, el niño criado al tetero tiene que superar algunas etapas del desarrollo de manera prematura.,
6. Las caries
Es tan estrecho el vínculo entre las caries y el hábito del tetero, que a una enfermedad de los dientes del niño se le conoce como el síndrome del tetero. Esta condición describe la dentadura de un infante de menos de tres años, cuyos dientes están invadidos por las caries, hasta el punto que pueden tomar una coloración oscura.
A esta condición se llega, principalmente, por algunos comportamientos inadecuados que el hábito del tetero fomenta en los padres: primero, acostumbrar al niño a que para dormirse (a cualquier hora del día o de la noche), requiere tomarse un teterito; y en segundo lugar, preparar los biberones siempre con productos azucarados, que al estar en contacto prolongado con los dientes del niño, son los que producen las caries (el niño tarda mucho tiempo en consumir su tetero porque se queda dormido con este en la boca).
La lactancia materna, por el tipo de azúcar que la leche contiene, no fomenta este problema.
7. La economía familiar
La leche de fórmula para alimentar a un niño en su primer año de vida es un costo adicional para los padres, esto debido a que la lactancia resulta ser un método de alimentación económico.
8. La maloclusión
Una de las posibles, y más traumáticas, consecuencias del hábito prolongado del tetero en los niños. En términos simples, la maloclusión es la posición incorrecta de los dientes cuando la boca está cerrada, de manera especial en los momentos en que la persona está relajada, dormida o realizando actividades de alta concentración. Esta mordida desviada puede producirla el tetero, por el tipo de posición que fomenta en la lengua del niño. Esta posición también puede generar desarrollo irregular o inadecuado del maxilar inferior del niño, porque la posición relajada de la lengua presiona los dientes hacia afuera y, con el paso del tiempo, puede incluso dar origen a deformaciones en esta parte del cuerpo. Es muy común encontrar en los niños con consumos prolongados de tetero que tiene la punta de la lengua afuera, y con frecuencia permanecen con la boca abierta.
9. El desarrollo de la dentición
El tipo de succión que desarrolla el niño con la lactancia promueve el adecuado desarrollo de la dentición. Extraer la leche del seno es un trabajo de desarrollo completo para el pequeño, que ejercita la mandíbula y permite el desarrollo de una dentadura saludable, frente a la facilidad que ofrece el tetero, que no le genera ningún beneficio.
10. La nutrición
Las leches de receta exigen mediciones exactas de la cantidad de agua frente a la cantidad de fórmula, mientras que la leche materna viene lista, preparada para satisfacer las necesidades nutricionales de cada niño. La naturaleza dota al cuerpo femenino para proporcionar al hijo las dosis adecuadas de ácidos grasos, lactosa, agua y aminoácidos para la digestión humana, el desarrollo del cerebro y el crecimiento. Es más, las madres con alimentación deficiente continúan produciendo leche de calidad, aunque generando su propio deterioro de salud.
Con frecuencia, los niños alimentados con tetero son más gordos, pero no más saludables que los alimentados con pecho, porque estos últimos toman sólo lo indispensable, lo que a futuro puede proporcionar unos hábitos de alimentación más saludables, dependiendo, eso sí, de la influencia de los padres.
Fuente: Revista Cinco Sentidos