Transpirar es  una necesidad vital. El exceso de sudor puede convertirse en una molestia que, por fortuna, tiene muchas posibilidades de superación.

Cuando la temperatura corporal aumenta, también lo hace la producción de sudor, una mezcla de agua y minerales que al evaporarse refresca la piel. La transpiración es entonces una reacción natural y necesaria que busca mantener la temperatura del cuerpo en torno a los 37°C, además de dar salida a algunos desechos tóxicos del organismo, como la urea.

Así no tenga actividad, cada persona elimina, a través de la piel, entre medio y tres cuartos de litro diarios de sudor. Este es un líquido incoloro y ácido secretado por las glándulas sudoríparas que trabajan permanentemente bajo las órdenes del hipotálamo, órgano que controla la sudoración por medio del sistema nervioso simpático. Esto hace de transpirar una función involuntaria. No cesa en ningún momento, ni siquiera dentro del agua o durante el sueño.

La secreción de sudor aumenta con el calor, el esfuerzo físico y el estrés. En esas situaciones, los más de dos millones de glándulas sudoríparas que cubren el cuerpo eliminan tanta cantidad de líquidos que éste se acumula antes de evaporarse y es percibido con facilidad en forma de pequeñas gotas sobre la piel.

Existen dos clases de glándulas sudoríparas: las ecrinas y las apocrinas. Las primeras se reparten por todo el cuerpo, aunque con mayor profusión en las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas, los genitales y el tórax. Las glándulas apocrinas, ubicadas en axilas, pezones, ombligo y genitales, tienen la particularidad de reaccionar a estímulos emocionales que varían en las personas.

El sudor no huele
Pese a la creencia general, aparte de incoloro y ácido, el sudor es también inodoro. El líquido segregado por las glándulas sudoríparas no emana ningún tipo de olor, pero al entrar en contacto con la flora bacteriana, que abunda en zonas como axilas y los dedos de los pies, produce un olor indeseable. Esta molestia se conoce científicamente como bromohidrosis.

En la axila coinciden los dos tipos de glándulas sudoríparas, la piel tiene vello abundante y grueso, y es una zona con bajo grado de evaporación debido a su escala ventilación. Todos estos factores hacen de las axilas un área propensa a las bacterias y un lugar donde fácilmente el sudor puede provocar malos olores.

La higiene constituye la forma más eficaz de combatir esta situación. El baño diario no da tiempo a las bacterias para llevar a cabo su trabajo de descomposición del sudor. Al agua y al jabón también se le ayuda con la depilación de la axila y el uso de desodorantes y antitranspirantes en esta parte del cuerpo.

Productos higiénicos como desodorantes y antitranspirantes inundan el mercadeo en formatos para todos los gustos. Las últimas generaciones incorporan elementos que velan por el cuidado de la piel. A grandes rasgos, los desodorantes evitan el mal olor con el empleo de antibacteriales y fragancias que contrarrestan los efectos de la descomposición del sudor realizada por la flora bacteriana. Casi todos los desodorantes contienen famesol, agente bactericida que previene la formación de olores.

Por su parte, los antitranspirantes cuentan con la ventaja añadida de regular la cantidad de sudor secretada. En su formulación incluyen sales de aluminio o una combinación de aluminio y circonio, su misión consiste en regular el exceso de transpiración- Estas sustancias se disuelve al contacto con la humedad de la superficie y forman un gel polímero que mantiene a raya la cantidad de sudor producido.

La mayoría de los desodorantes cumplen también con una función astringente o antitranspirante. Sin embargo, hay casos crónicos de sudoración que no paran después de pasar por el baño, la depilación y el uso de desodorantes y antitranspirantes.

La sudoración excesiva tiene dos causas médicas principales. Si ésta es producto de un acelerado metabolismo, que aumenta el calor corporal, el exceso de transpiración se debe a un cuadro de hipertiroidismo. En caso de que el sudor en abundancia sea consecuencia de una hipersensibilidad de las glándulas sudoríparas a la estimulación nerviosa, se está en presencia de una hiperhidrosis.