Los trastornos alimentarios resultan demasiado costosos en términos de salud y de bienestar social.
Las estadísticas no mienten; el aumento de personas que acaban desarrollando un trastorno de alimentación se ha elevado considerablemente y las cifras de mejoría no son alentadoras. Algunos investigadores apuntan a que parte de este crecimiento se debe a un mayor y mejor diagnóstico, a la aparición de una nueva forma de catalogar la enfermedad como a la innegable influencia de unos patrones culturales que tienen en la delgadez el paradigma estético.
En 1985, los términos anorexia o bulimia parcial no existían. Por lo contrario, en la actualidad son un parámetro para identificar la causa de múltiples enfermedades.
Las mujeres son mas susceptibles de padecer estas enfermedades, sufriendo el más alto riesgo las adolescentes y las adultas jóvenes. De cada 100 personas afectadas 98 son mujeres y 2 son hombres. Parece ser también más frecuente en mujeres de clase media y alta y mayor nivel educativo. Los resultados indican también que en la cultura occidental se presentan mayor número de personas con trastornos alimentarios.
En los últimos treinta años se ha producido un cambio en el ideal de la belleza. Las mujeres gustan delgadas, lánguidas, y como si fuera poco, con el cuerpo bien trabajado por una rutina diaria de gimnasia. La presión en el mundo occidental para acatar los valores estéticos impuestos por una sociedad condena el sobrepeso como insano, bombardea desde los medios de comunicación y alerta a la población de esta nueva fórmula para obtener éxito. La delgadez aparece como sinónimo de salud y juventud.
Definir el problema
La anorexia mantiene el peso corporal por debajo del 85% del esperado para la talla y edad, padece un miedo intenso a ganar peso y engordar y a pesar de tener evidencias de malnutrición y delgadez cree profundamente que si cambia sus hábitos alimentarios estará gorda. Por esta razón altera su forma de comer, limita la ingesta a pocas calorías, selecciona el tipo de alimentos a aquellos con muy bajo contenido calórico y habitualmente no come a horas comunes para el resto de la familia con el fin de controlar el tipo y la cantidad de comida que ingiere. La mitad de las enfermas de anorexia alternan este tipo restrictivo alimentario con episodios de ingesta voraz, en los cuales consume grandes cantidades de comida en poco tiempo, para luego purgarse a través de conductas tales como vómito autoinducido, laxantes y diuréticos, o para disminuir el riesgo de engordar practican ejercicio físico muy intenso.
A diferencia de la anorexia, la personalidad bulímica no necesariamente está baja de peso ni desnutrida. Comparte el miedo intenso a engordar y tampoco acepta su imagen corporal. La considera fea, desagradable, incorrecta, desproporcionada o inapropiada según sus propias expectativas, la constituye eje central de su vida y de ella deriva su autovaloración y autoestima. Presentan episodios incontrolables y recurrentes de ingesta voraz de comida de las bulímicas califican de excesiva y peligrosa, seguidos de intensa culpa y autodevaluación porque sienten que no lograron controlar eficazmente sus impulsos. Para prevenir la ganancia de peso presentan conductas compensatorias inapropiadas a las cuales les dedican horas y horas del día. Unas purgativas como el vómito autoinducido, el abuso de laxantes, duiréticos y enemas; y otras no purgativas como pastillas para disminuir el apetito, dietas no prescritas por médicos y ejercicio físico intenso.
Como puede verse entre la anorexia y la bulimia existe una frecuente asociación, hasta el punto que actualmente se piensa en éstos trastornos como una línea continua donde cabe la definición de anorexia-bulimia, para quienes buena parte de su vida gira alrededor de cuánto pesan, de la dieta moderada, del gimnasio, de los masajes, la ingesta de agua todo el día, la comida sana, la mesoterapia, la lipoescultura y la liposucción.
Perfil personal y familiar
Las víctimas de la anorexia y de la bulimia poseen un carácter obsesivo que acaba traduciéndose en una preocupación constante por el peso y la dieta. Sin embargo, la personalidad de estos pacientes es diferente. Así, la anorexia suele ser considerada como niña modelo: perfeccionista, buena estudiante, con un nivel intelectual alto y con tendencia a evitar conflictos. En cambio, su preocupación por la opinión que los demás tienen de ella es excesiva, así como su autocontrol. Las bulímicas, por el contrario, suelen ser más impulsivas e intolerantes.
A la mujer anoréxica se la descubre antes porque su flacura delata, mientras que la bulímica suele mantener el mismo peso. Esta es una de las razones por la que las bulímicas conservan en secreto su enfermedad durante más tiempo. Según los especialistas, la bulímica, a diferencia de la anoréxica, tiene más conciencia de que está enferma y suele acabar solicitando ayuda.
Las familias de estas pacientes son sobreprotectoras y tienen expectativas muy altas con respecto a sus hijos que dificultan el desarrollo de su autonomía en independencia en la adolescencia. Los trastornos alimentarios aparecen en este contexto como un esfuerzo por satisfacer a los padres, logrando de esta manera la configuración de una identidad débil a costa de la opresión familiar. Generalmente estas familias niegan la existencia del conflicto.
Cómo identificar si se tiene un trastorno de alimentación
Existe una seria de comportamientos, actitudes y síntomas que alertan la presencia de un trastorno alimentario. Cada trastorno de la alimentación posee diferentes señales de alarma.
Anorexia
â€Â¢ Miedo exagerado a engordar o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal.
â€Â¢ Rechazo a mantener el peso corporal igual, o por encima del valor mínimo normal considerando siempre la edad y la talla.
â€Â¢ La percepción de su imagen corporal esta distorsionada (se ven gordas aunque la ropa les quede holgada).
â€Â¢ Presencia de amenorrea (ausencia de tres ciclos menstruales consecutivos).
â€Â¢ Cocina para los demás pero no prueba lo que prepara.
â€Â¢ Pérdida de pelo.
â€Â¢ Períodos de hiperactividad.
â€Â¢ Constipación.
â€Â¢ Pies y manos frías.
â€Â¢ Piel seca, escamada.
â€Â¢ Se somete a dietas aunque esté delgada.
â€Â¢ Conoce con exactitud las tablas de calorías.
â€Â¢ Poco a poca va eliminando alimentos de su dieta diaria.
â€Â¢ Ha perdido peso, aunque argumente comer.
â€Â¢ No comparte con el resto de la familia los horarios de comida, generalmente intenta estar ocupada en otras actividades.
Bulimina
â€Â¢ Presencia de atrancones recurrentes.
â€Â¢ Come descontroladamente en cortos períodos de tiempo y en cantidad superior a la que la mayoría de la gente ingeriría en un período de tiempo similar.
â€Â¢ Sensación de pérdida de control durante los atrancones.
â€Â¢ Los atrancones y las conductas compensatorias tienen lugar, por lo menos, dos veces a la semana durante un período de tres meses.
â€Â¢ La autoevaluación está exageradamente influida por el peso y la silueta corporal, lo que se observa en una extremada preocupación por el peso y la silueta.
â€Â¢ Usa laxantes, vomita después de comer o se somete a una rutina de excesivo ejercicio físico.
â€Â¢ Problemas dentales.
â€Â¢ Irritaciones en la garganta o en los ojos.
â€Â¢ Sensación de debilidad, cansancio.
â€Â¢ Inestabilidad emocional.
â€Â¢ Come a escondidas.
â€Â¢ Después de comer se encierra en el baño.