Para cada persona y edad hay requerimientos específicos de sueño.
Debe seleccionarse un lugar y hora definidos para el sueño, los cuales deben respetar hasta donde sea posible.
Los niños deben dormir en una cama diferente a la de sus padres, preferiblemente en otra habitación. Esto favorece su autonomía, la privacidad de la pareja y evita dificultades posteriores.
La cama debe estar ubicada en un sitio tranquilo, fresco, seguro y con poca iluminación, preferiblemente cerca de la habitación de los padres.
Si los niños se pasan para la cama de sus padres durante la noche, se deben volver a la suya, acompañarlos unos minutos y explicarles por que deben dormir allí.
Poco antes de acostarse se debe disminuir la actividad física, evitar las emociones intensas y fomentar actividades preparatorias que induzcan el sueño, como cepillar los dientes, ir al baño, ponerse la pijama y dar buenas noches.
Si el niño solicita para dormir con un juguete u objeto que le de tranquilidad y seguridad, se debe permitir que lo lleve consigo.
La cama debe destinarse básicamente para dormir, no para jugar, leer, comer o ver televisión.
La alcoba del niño y su cama no deben ser utilizados como sitios de castigos.